Vacuna para todos
20 puntos para un mundo más justo y sano
Leonardo L. Pucheta
Recientemente se ha publicado un documento generado por la Comisión Vaticana COVID-19(1) en colaboración con la Academia Pontificia para la Vida (PAV), titulado "Vacuna para todos. 20 puntos para un mundo más justo y sano"(2).
El documento se estructura en torno a tres ejes, una sucinta descripción del contexto actual, una serie de consideraciones en torno a las vacunas y por último, un conjunto de directivas sobre la temática propuestas por la mentada comisión. El objetivo de este breve boletín es realizar una reseña del instrumento, el que entendemos que contribuye a la reflexión bio-ética en perspectiva global, ciertamente una exigencia contemporánea.
1. Contexto [arriba]
"(...) cuando estaba redactando esta carta, irrumpió de manera inesperada la pandemia de Covid-19 que dejó al descubierto nuestras falsas seguridades. Más allá de las diversas respuestas que dieron los distintos países, se evidenció la incapacidad de actuar conjuntamente. A pesar de estar hiperconectados, existía una fragmentación que volvía más difícil resolver los problemas que nos afectan a todos. Si alguien cree que sólo se trataba de hacer funcionar mejor lo que ya hacíamos, o que el único mensaje es que debemos mejorar los sistemas y las reglas ya existentes, está negando la realidad"(3).
El documento inicia dando cuenta de la incidencia de la pandemia en la generación de crisis simultáneas e interconectadas a nivel sanitario, económico y ecológico-social, con especial impacto en los más vulnerables.
Es así que se propone una reflexión que excede las facetas operativas y organizacionales asociadas al manejo de la pandemia, instando a adoptar medidas integrales para responder a la situación de emergencia sanitaria y a la consideración de sus efectos a largo plazo para lograr una "sanación" global y regenerativa.
2. Sobre las vacunas [arriba]
A partir de los principios éticos aplicables el texto explicita los valores a preservar en torno a la problemática de la producción y divulgación de la vacuna para hacer frente al COVID-19.
La formulación es sencilla y elocuente: "si existe la posibilidad de curar una enfermedad con un medicamento, éste debería estar al alcance de todos". La contracara es denominada en el instrumento "marginalidad farmacéutica", la que supone que las respuestas farmacéuticas existentes no estén disponibles y accesibles para todos.
Lo dicho se funda a partir de los principios de justicia, solidaridad e inclusión, los que deben encontrarse en los fundamentos de cada intervención concreta para responder a la pandemia. Los valores subyacentes destacados en relación con la consigna de acceso universal a las vacunas son el "igual respeto a todas las personas (dignidad humana y derechos fundamentales), reducción del sufrimiento (solidaridad hacia aquellos que necesitan ayuda en la escasez o en la enfermedad), verdad y equidad (no discriminación y justa distribución de beneficios y responsabilidades".
a. Investigación y producción.
En primer término se presenta uno de los tópicos más conflictivos generados respecto de las vacunas, pues refiere al origen de los materiales biológicos utilizados para su desarrollo. Al respecto se menciona que según la información disponible algunas de las vacunas cercanas a su aprobación o implementación emplean material biológico procedente de fetos abortados voluntariamente hace varias décadas para varias etapas de su desarrollo.
Se destacan dos antecedentes que contribuyen a echar luz sobre el asunto:
-En primer lugar la influyente Instrucción Dignitas Personae de la Congregación para la Doctrina de la Fe, del año 2008:
Una vez afirmada que la finalidad de la salud (pública) no puede justificar el aborto voluntario para obtener material celular para la producción de vacunas -que consiguientemente haría que su distribución y comercialización sean, en principio, moralmente ilícitas- la Instrucción precisa que: "dentro de este marco general existen diferentes grados de responsabilidad. Razones de particular gravedad podrían ser moralmente proporcionadas como para justificar el uso de ese material biológico". En su Nota más reciente, la misma Congregación reexamina el tema, con especial referencia a las vacunas contra el Covid-19.
-Luego, se alude a dos intervenciones de la Pontificia Academia para la Vida, particularmente a una del año 2017, de la que surge expresamente la exclusión de la situación de cooperación con el mal:
"[se excluye que] (...) exista una cooperación moralmente relevante entre quienes hoy en día utilizan estas vacunas y la práctica del aborto voluntario. Por lo tanto, creemos que se pueden aplicar todas las vacunas clínicamente recomendadas con la conciencia clara de que recurrir a dichas vacunas no significa una especie de cooperación con el aborto voluntario. Si bien nos comprometemos conjuntamente a garantizar que ninguna vacuna emplee material biológico procurado de abortos voluntarios para su preparación, reiteramos la responsabilidad moral de vacunarse, para que los niños y la población en general no corran graves riesgos para la salud".
Además, se plantean otras cuestiones interesantes:
-Mecanismos de producción y efectividad: Se señala que los diversos mecanismos de producción y efectividad de la vacuna tienen una gran influencia sobre la logística de distribución, particularmente en relación con la temperatura a la cual deben almacenarse, así como en su capacidad de proteger de la infección o de la manifestación clínica de la enfermedad. Cuando la vacuna es capaz de proteger de la infección su acción contribuye a la inmunidad del grupo, pero cuando la infección no se expresa sintomáticamente, la vacuna no necesariamente reduce la circulación del virus (por lo que sería necesario vacunar directamente a los que corren mayor riesgo de contraer la enfermedad). Si bien no se explicita en este punto, se advierte que considerando ambos supuestos, la vacunación habrá de combinarse con otras medidas (tales como el aislamiento interpersonal y/o el uso de elementos de protección personal) para contrarrestar efectivamente la circulación del patógeno.
-Patentes: Se trata el tema del financiamiento de la investigación, el que ha sido asumido por los Estados y por donaciones de organismos privados y por ello, se repara en la titularidad de la vacuna y sobre la pertinencia de considerarlo como un "bien común"(4). Por su naturaleza, vale decir, el producto de la inteligencia humana (y no un recurso natural ni el descubrimiento natural) la vacuna es susceptible de ingresar en la lógica retributiva de la investigación, lo que habilitaría una compensación económica en favor de quienes han asumido los riesgos de la investigación y desarrollo. No obstante, en función de su importancia para la humanidad, ello no debería obstar al acceso universal por parte de cada persona, conforme el principio del destino universal de los bienes.
"No podemos tampoco dejar que el virus del individualismo radical nos venza y nos haga indiferentes al sufrimiento de otros hermanos y hermanas (...) colocando las leyes del mercado y de las patentes por encima de las leyes del amor y de la salud de la humanidad".
-Explotación comercial: Se consigna que el objetivo de la explotación comercial como único criterio no es éticamente aceptable en el ámbito de la medicina y la atención sanitaria, en el que la solidaridad humana habría de operar como pauta orientativa.
El documento contiene una exhortación a abandonar el "nacionalismo de la vacuna", en línea con lo expresado por Tedros Ghebreyesus en su alocución de apertura en la conferencia de prensa sobre el COVID-19 en septiembre de 2020, desaconsejando la carrera por la obtención de unidades a nivel nacional sin acuerdos internacionales que garanticen el acceso universal en todas las regiones del planeta. En definitiva, se trata de favorecer la transparencia y la colaboración y de desterrar el antagonismo y la competencia.
-Colaboración: En línea con lo dicho, se alienta la colaboración entre Estados, empresas farmacéuticas y otros actores, para la producción industrial de las vacunas, promoviendo las estructuras de producción y distribución establecidas localmente en línea con el principio de subsidiaridad.
b. Aprobación, distribución y administración.
Se afrontan luego temáticas posteriores a la etapa experimental.
-Aprobación: Se pregunta respecto de los procesos burocráticos internos necesarios para la aprobación del producto en cada jurisdicción. A la luz de la diversidad de autoridades regulatorias competentes se insta la coordinación de procedimientos para acelerar procedimientos y favorecer su aprobación con rigor.
-Administración y acceso: Ciertamente uno de los temas que más discusión pública genera y sobre los que se han esgrimido diferentes puntos de vista. Sin embargo, se expresa que hay puntos de acuerdo dignos de consideración, tales como el consenso respecto de la prioridad que debe darse a profesiones que prestan servicios esenciales (o "de interés común") -especialmente los agentes sanitarios-, a grupos vulnerables (tales como ancianos y enfermos). De todos modos, se destaca la dificultad para la asignación del recurso y para establecer prioridades dentro de un mismo grupo de riesgo, para lo que podría ser úitl procurar una estratificación más detallada de la población destinataria. Finalmente, se reconocen otros aspectos relevantes distintos a la salud (como la viabilidad de medidas restrictivas) para lograr una distribución equitativa.
-Orden de administración: El apartado implica una continuación del título anterior pero a escala internacional. Se cita una manifestación del Director de la OMS que luce muy contundente:
"(...) la prioridad debe ser vacunar a ciertas personas en todos los países y no a todas las personas en ciertos países".
Se aborda en esta sección el impacto de la compra a gran escala de vacunas por parte de los países más ricos, en desmedro del acceso al bien por parte de los menos desarrollados. Se insiste en el reconocimiento de un "imperativo moral para la industria farmacéutica, los gobiernos y las organizaciones internacionales, [de] garantizar que las vacunas, eficaces y seguras desde el punto de vista sanitario, y éticamente aceptables, sean también accesibles a los países más pobres y sin un coste excesivo para ellos".
Se plantea la necesidad de poner en práctica un programa de distribución para superar los obstáculos prácticos y logísticos asociados (refrigeración y transporte por ejemplo). Al respecto, menciona a la OMS como organismo de referencia señalado y la necesidad de mejorarlo para tornarlo más eficaz.
-Responsabilidad moral: El documento afronta la vacunación en su faceta pasiva, vale decir, desde la perspectiva del paciente y afirma que existe una responsabilidad moral de vacunarse, expresando otro punto de contacto del cuidado de la salud personal y la salud pública.
El rechazo de la vacuna puede suponer riesgos para otras personas, de modo que la responsabilidad aludida debería incluso sostenerse, en ausencia de una alternativa, cuando la motivación para el rechazo fuese la de evitar beneficiarse de los resultados de un aborto voluntario.
"De hecho, en casos como este, como aclara la Congregación de la Doctrina de la Fe, se puede considerar que en determinadas condiciones sea "moralmente aceptable utilizar las vacunas anti-Covid-19 que hayan usado linajes celulares provenientes de fetos abortados en su proceso de investigación y producción". Se trata aquí de una cooperación material pasiva (y no formal), ya que es indirecta y remota, y dada la intención que subyace a la elección, la contingencia con respecto al hecho imputado, y las circunstancias en las que nos encontramos hoy en día".
El rechazo de la vacunación podría aumentar seriamente los riesgos para la salud pública. En el caso de las personas que no pueden ser vacunadas (los inmunodeprimidos, por ejemplo) y dependen de la vacunación de otros (inmunidad del grupo/rebaño) para evitar el contagio, estarán más expuestas a la infección. El aumento de contagios, por su parte, también poseería un impacto en la demanda de hospitalizaciones, contribuyendo al colapso del sistema sanitario, amenaza permanente en gran parte del planeta.
3. Directivas de la comisión [arriba]
En la última sección del instrumento la Comisión expresa que su intención general es obtener una vacuna segura y eficaz contra el COVID-19 "de modo en que el tratamiento esté disponible y al alcance de todos; con especial atención a los más vulnerables, respetando el principio de la equidad a lo largo del proceso de desarrollo y distribución de la vacuna (investigación, diseño, producción, financiación, distribución, programas de vacunación y aplicación)".
Para lograr el cometido consigna 6 objetivos y medios necesarios para lograrlos, los que se transcriben en honor a la brevedad:
Objetivo 1: Evaluación ético-científica: Con base en los conocimientos científicos disponibles, la Comisión podrá expresar valoraciones sobre la calidad, la metodología y el precio de la vacuna que permita su distribución equitativa.
Medidas necesarias: Colaborar estrechamente con las principales organizaciones que están desarrollando, evaluando, suministrando y administrando vacunas con la posibilidad, según la necesidad, de expresar opiniones sobre las posiciones públicas sobre la calidad/equidad de propuestas para distribución y utilización. Para ello, la Comisión pretende disponer de la información científica más precisa posible, y valerse de diversas capacidades para revisar las estrategias de distribución de vacunas, en particular con respecto a las repercusiones sobre los grupos sociales más vulnerables. Como señala el Santo Padre Francisco: "No podemos dejar que los nacionalismos cerrados nos impidan vivir como la verdadera familia humana que somos". Debemos procurar "vacunas para todos... ¡[poniendo] en primer lugar a los más vulnerables y necesitados, especialmente para los más vulnerables y necesitados!".
Objetivo 2: Cura global con "sabor local": Una cura global que considere y mejore las condiciones locales: se pretende confeccionar recursos para asistir a Iglesias locales en la preparación de esta iniciativa y de protocolos de tratamientos aptos para comunidades particulares.
Medidas necesarias: Trabajar estrechamente con Diócesis y comunidades cristianas alrededor del mundo para comprender las distintas exigencias y utilizar esta información para elaborar propuestas sólidas, recomendaciones y herramientas apropiadas para responder a sus diversas necesidades. Esto comenzará escuchando atentamente a las iglesias locales para ayudarles a apoyar las estructuras y acciones de sus gobiernos y otras agencias.
Objetivo 3: Colaboración y Participación: Mantener una estrecha colaboración con diversas organizaciones a fin de contribuir con la planificación, ejecución y evaluación de las recomendaciones para la administración de vacunas en todo el mundo.
Medidas necesarias: Trabajar con representantes de las principales organizaciones e instituciones involucradas, así como organizaciones mundiales de salud, ONGs y organizaciones de donantes, para asistir en el desarrollo, la evaluación y participación en diversas soluciones.
Objetivo 4: Unir fuerzas: Colaborar de manera fructífera con los Grupos de Trabajo de la Comisión y otros grupos eclesiales, para elaborar las mejores propuestas posibles para los pueblos.
Medidas necesarias: Trabajar con los grupos de la Comisión, dentro del marco de Laudato Si' y Fratelli Tutti, considerando sus sugerencias para las recomendaciones finales de la Comisión.
Objetivo 5: Liderazgo: Profundizar la competencia y comprensión de la Iglesia en sus esfuerzos por proteger y promover la dignidad que Dios nos ha donado a todos.
Medidas necesarias: Ayudar a la Iglesia universal y al mundo a articular las razones para enfrentar este desafío como una familia global. La Iglesia puede desempeñar un rol catalizador para abordar este desafío de manera que refleje la conciencia y el respeto de la dignidad de todas las personas.
Objetivo 6: La Iglesia al servicio de la "sanación del mundo": Dar ejemplos explícitos y legibles que ayuden, entre otras cosas, a lograr el objetivo de la distribución equitativa de las vacunas y la atención médica.
Medidas necesarias: Utilizar creativamente las voces de la Iglesia en todo el mundo para hablar, exhortar y ayudar a garantizar que las vacunas y la atención de calidad estén disponibles para nuestra familia mundial, especialmente las personas vulnerables. La Iglesia puede ayudar de muchas maneras, a través de las Conferencias Episcopales, las redes de salud y educación (escuelas y universidades), las numerosas organizaciones eclesiásticas que llegan a los pobres, las comunidades de fe, etc. Evaluar la posibilidad de hacer donaciones a grupos que operan para obtener atención y vacunas para los más necesitados.
Balance del documento.
En nuestro país, como en gran parte del planeta, se evidencia una considerable falta de confianza respecto del proceso de investigación, desarrollo y aplicación de las vacunas y, en el mismo sentido, una adhesión fluctuante a las medidas sanitarias propuestas por las autoridades locales. Por ello el planteo de respuestas equilibradas y de principios de acción razonables luce fundamental para el restablecimiento de la confianza y la promoción de la responsabilidad individual.
Tal como enseña el Prof. Roberto Dell Oro, prestigioso académico de la Universidad Loyola Marymount en Estados Unidos, el documento presenta una matriz de razonamientos y criterios bioéticos generales que exceden la problemática específica de la producción y distribución de las vacunas(5).
En el contexto de avances legislativos poco respetuosos de la persona humana en diversos momentos de la existencia y de la consolidación de la cultura del descarte, la alusión al respeto de la dignidad humana, la opción preferencial por los pobres, la solidaridad y subsidiaridad, el bien común y el cuidado de la cosa común, la justicia y el destino universal de los bienes, resulta de suma actualidad y relevancia.
Los mentados valores son resaltados como puntos de referencia para hacer frente al contexto pandémico pero resultan de indudable centralidad para resolver gran parte de los tópicos dilemáticos que enfrenta la bioética contemporánea, por lo que el documento brevemente analizado constituye un aporte sustancial a varios de los debates en curso a nivel local, regional y global.
La pandemia y los nudos conflictivos asociados ponen de manifiesto con especial crudeza y universalidad la intrínseca fragilidad humana y las tensiones entre las conductas individuales y los intereses colectivos, la humanidad en pleno está siendo puesta a prueba(6) y de allí que se celebre todo aporte para la reflexión y el diálogo, actitudes que contribuyen a la conformación de una auténtica y próspera comunidad humana(7).
Notas [arriba]
1) http://www.humandevelopment.va/es.html.
2) El documento se encuentra íntegramente traducido al castellano y disponible en http://www.academyforlife.va /content/dam/pav/ documenti%20pdf/ 2020/Covid_Accademi a_IHD_22dicembre/ 28.12.20_ESP_VACUNA% 20DSDHI-PAV-%20acdtualizado.pdf [Último acceso el 20 de enero de 2021].
3) Fratelli Tuttim N. 7. Disponible en línea en: http://www.vatican.va/ content/francesco/es/ encyclicals/documents /papa-francesco_ 20201003_ enciclica-fratelli-tutti.html [Último acceso el 20 de enero de 2021].
4) Se recalca la manifestación en ese sentido por parte del Presidente de la Comisión Europea.
5) https://www.youtube.com /watch?v=HH6msMg 72zE&feature=emb_title.
6) Pontificia Academia para la Vida. Pandemia y fraternidad universal. Disponible en línea en: http://www.academyforlife.va/ content/dam/pav/documenti %20pdf/2020/Nota%20Covid19 /Nota%20sobre%20la%20 emergencia%20Covid-19 _ESP_.pdf [Último acceso el 20 de enero de 2021].
7) Pontificia Academia para la Vida. Humana Communitas en la era de la pandemia: Consideraciones intempestivas sobre el renacimiento de la vida. Disponible en línea en: http://www.academyforlife.va/ content/dam/pav/documenti %20pdf/2020/ Nota%20Covid19 %2022%20luglio/testo%20pdf /HUMANA%20COMMUNITAS %20EN%20LA%20ERA %20DE%20LA%20 PANDE MIA%20ESP.pdf [Último acceso el 20 de enero de 2021].
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