El comienzo del año 2020 ha estado signado por el inicio, expansión y desarrollo de la pandemia causada por el coronavirus (CoViD19), con consecuencias aún imposibles de calcular sobre la economía, la política y la vida social de la mayoría de los países del globo.
En muchos lugares, en gran medida debido a las disposiciones restrictivas de tipo gubernamental, la vida social parece haberse paralizado, y, en consecuencia, se han visto resentidas gravemente las cadenas de pagos por servicios ya prestados y bienes ya elaborados, y han sufrido menguas alarmantes las contrataciones por bienes y servicios futuros.
Aun cuando en muchísimos sitios las medidas de “cuarentena” parecen estar recibiendo el consenso general, han comenzado a levantarse voces que alertan sobre las consecuencias de distinto tipo (económicas, jurídicas, políticas, etc.) que parecen avecinarse.
Este artículo busca mostrar la importancia que tienen los instrumentos y herramientas digitales con que contamos en la actualidad, y de qué manera éstos pueden y deben contribuir a minimizar las consecuencias dañosas. A modo de hipótesis, planteo que este ciclo económico que comienza, naturalmente descendente, no debe, necesariamente, desembocar en un desplome de la economía global.
El día primero de enero de 2020 se ordenó en la ciudad de Wuhan (China), el cierre del mercado de pescados y mariscos donde, supuestamente, se originó, semanas antes, el brote de coronavirus. La OMS fue informada de ello poco después, y los días 11 y 12 de ese mes, la Organización Mundial de la Salud recibió el informe genético del nuevo coronavirus, para comenzar inmediatamente con la elaboración de kits de diagnóstico[2].
En un lapso muy breve desde que se identificó el origen de la epidemia se pasó de la primera medida político-económica (cierre del mercado de Wuhan) a las primeras investigaciones científicas para evitar las consecuencias del brote. Sin embargo, de más está decirlo mientras vivimos lo que estamos viviendo, ya era demasiado tarde.
En muy poco tiempo también, el desinterés mostrado por los gobiernos se convirtió en acción, cuando no en franco pánico. Primero fue Italia, luego el resto de Europa, y, finalmente, el mundo entero. El virus comenzó su carrera de expansión, y el cierre de fronteras, las cancelaciones de vuelos y las primeras medidas de aislamiento se convirtieron en algo generalizado.
Algunas declaraciones del sector político en nuestra región nos mantuvieron inicialmente algo alejados de esos temores, pero rápidamente comprendimos que en un mundo globalizado nadie está a salvo de una amenaza como ésta. Apenas sesenta días después del primer caso en China, fue diagnosticado el primer caso de coronavirus en nuestro país, en un hombre recientemente llegado de Italia. A partir de entonces, los casos no han cesado de aumentar, cada vez con mayor rapidez. Algunos días más tarde se detectaron los primeros casos autóctonos, de personas que habían tenido contacto con viajeros, y actualmente nos encontramos con la existencia de contagios comunitarios, de personas sin contacto con extranjeros o personas que hayan viajado.
El gobierno nacional, con el apoyo de los gobernadores provinciales, y de una parte sustancial de la población, ha tomado medidas muy restrictivas a la circulación, con la obligatoriedad del aislamiento, y con muy pocos sectores exceptuados (solamente los relacionados con una serie de actividades denominadas esenciales). Esto ha permitido mantener la curva de contagios y de muertes en un nivel bastante bajo (soslayaremos aquí las objeciones que hablan del escaso porcentaje de testeos, pues no hace al fin del artículo), pero aún así, ya existen en nuestro país, más de cien muertes ocasionadas por el virus.
La situación comercial, profesional y empresaria actual [arriba]
Algunas actividades no solamente no han visto disminuido su demanda de trabajo, sino que se encuentran en una situación de cuasi-colapso, como las vinculadas al sector de la salud (centros médicos públicos y privados, industria farmacéutica y de laboratorios, fábricas de insumos médicos, etc.), los pequeños almacenes de barrio, el área de logística (entregas a domicilio), y algunas otras.
Sin embargo, en la mayoría de los sectores de la economía del país, se percibe con claridad una caída importante, y a veces catastrófica, de la demanda de los servicios y bienes que presta o produce. Muchísimas Pymes[3] han expresado con claridad que no es sostenible el nivel de empleo, e incluso su propia subsistencia, si esta situación no se revierte en el cortísimo plazo.
Desde el sector inmobiliario y de la construcción también se han pronunciado en el mismo sentido. Por su propia naturaleza, su actividad principal prácticamente se extingue con medidas tan restrictivas como las actualmente en vigor. Por último, otras voces se han levantado también desde algunas profesiones, como la de los odontólogos, cuyas prestaciones se realizan casi exclusiva y esencialmente de manera presencial, exceptuando algunas funciones administrativas, docentes o de investigación.
Lo real es que, preventivamente, el mundo parece haberse paralizado. Incluso sectores que podrían llevar adelante, por lo menos de manera parcial, sus actividades, han decidido “frenar” a la espera de novedades. Todos quieren (queremos) ver qué pasa. Por lo tanto, si no ya, en un plazo no demasiado alejado deberá analizarse con detenimiento una salida progresiva, ordenada y responsable de la cuarentena.
El gobierno central y algunos gobiernos locales han comenzado a elaborar algunas medidas paliativas para amortiguar el impacto, con la implementación de algunos subsidios, el lanzamiento de créditos blandos, y otras, que, aun cuando pueden presentarse como necesarias, son evidentemente insuficientes. No parece haber estímulos reales para la reconversión de nuestra economía. No parece haber tampoco una clara conciencia de la importancia que tienen, cada vez más, las herramientas digitales y tecnológicas para el desarrollo de actividades educativas, industriales, de servicios, de asesoramiento y de entretenimiento.
La gestión de proyectos en épocas de aislamiento [arriba]
Nuestro país tiene una ventaja comparativa notoria y reconocida al momento de llevar adelante desarrollos tecnológicos vinculados al software. Sin embargo, la utilización de herramientas de este tipo en la vida cotidiana es muy acotado, y se encuentra muy por detrás, no solamente de los países del llamado mundo desarrollado, sino también de algunos países de nuestra región. El Banco Interamericano de Desarrollo lanzó en el año 2018 el libro Algoritmolandia en el que, en un contexto anterior al condicionado por esta pandemia, hablaba de las oportunidades que se abren para países como el nuestro gracias a estos desarrollos. “La Inteligencia Artificial –dice Gustavo Béliz en ese trabajo– afecta tanto las técnicas productivas hacia dentro de las empresas como la relación con clientes y proveedores” (2018; pág. 9). Hoy el mundo nos ha obligado a tomar nota de esta realidad, y a comenzar a conocer, aprender a utilizar, e incluso a desarrollar con más profundidad estas herramientas que se encuentran entre nosotros.
En muchos países del mundo los efectos no parecen ser tan trágicos como aquí porque ya anteriormente habían comenzado a hacer su “migración” hacia el comercio electrónico, la suscripción de los contratos y otros instrumentos a través de la firma digital, el e-learning –o educación a distancia, o educación distribuida, según los diferentes nombres que recibe–, la logística automática y robotizada por medio de drones, etc.
En la Argentina, aunque no han sido pocos quienes han hecho notar las oportunidades que se abren, se han planteado también muchas objeciones, atendibles, y que merecen una respuesta, vinculadas, sobre todo, a la importancia de conservar los puestos de trabajo existentes. Nadie puede dudar, incluso en este mundo moderno y aparentemente deshumanizado, que el trabajo es un derecho, y un medio fundamental para la dignificación de la persona. Sin embargo, cuando el sistema constitucional y nuestro régimen legal nos hablan de este derecho al trabajo, no se refieren, por supuesto, a que el empresario tenga la “obligación” correlativa de contratar a todo aquel que no tiene un empleo, sino que debe ser entendida como una garantía que ha puesto el estado, incluso desde la cúspide del sistema normativo, de que no pondrá obstáculos a la iniciativa privada, al emprendedor, a los que desarrollan ideas, etc. para hacer sostenible y creciente el mercado laboral.
Es posible que la digitalización, la modernización tecnológica, la informatización y la Inteligencia Artificial hagan desaparecer algunos trabajos manuales que se habrán convertido en obsoletos, pero jamás se podrá remplazar al hombre en las tareas que le son inherentes y esencialmente propias. Muchos de los países más avanzados en estos tópicos son también los países con tasas de desempleo más bajas, de actividad económica más alta, y de índices de competitividad y productividad más elevados (Japón y Alemania, entre otros).
Alguno podrá objetar que esos países vienen llevando adelante el desarrollo de políticas públicas, de marcos normativos y de desarrollos tecnológicos que facilitan esos procesos desde hace mucho tiempo. Eso es verdad, pero también es cierto que nuestro país es, indiscutiblemente, una nación muy forjada en la emergencia, con alta capacidad de resiliencia en sus habitantes y con índices de creatividad y capacidad de adaptación al cambio, muy superiores a los de muchos de los países que he mencionado con anterioridad.
En la Argentina nos encontramos en una situación en la que se vuelve esencial que la Sociedad Civil (ciudadanía y organizaciones intermedias) se comprometa a hacer su parte. Profesionales independientes, trabajadores, empresarios y organizaciones no gubernamentales tenemos que trabajar, cada uno desde el lugar que le toca, para minimizar las consecuencias dañosas que sobrevendrán a las circunstancias actuales, mediante el desarrollo, la instrumentación y la utilización de los caminos necesarios. Informes muy claros nos muestran que más del cincuenta por ciento de los trabajadores verán disminuidos sus ingresos debido a la imposibilidad de concurrir a sus puestos de trabajo, pero con un cuidadoso planeamiento y mediante la utilización de las herramientas adecuadas, es posible lograr que el daño sea menor[4].
Hoy resulta claro que el gobierno corporativo exige no solamente una capacitación técnica adecuada y asesoramiento profesional específico (contable y jurídico, por ejemplo). Quien ejerce la autoridad debe poseer, además, ciertas características propias que deben potenciarse y profundizarse en épocas de crisis: la creatividad, el liderazgo, la virtud de inspirar confianza en los cuadros a su cargo y la capacidad de entablar vínculos cooperativos ad intra y ad extra de la empresa.
Actualmente, el mundo del derecho en nuestro país cuenta con instrumentos modernos y adaptados a las nuevas formas de contratación –como la firma digital– que no han sido pensadas para circunstancias como las actuales, pero que, claramente, de extenderse su uso, pueden disminuir enormemente los daños que venimos detallando, e incluso contribuirán al desarrollo de nuevos negocios y proyectos.
Adicionalmente a ello, el P.E.N., en uso de las facultades legislativas que le competen, también ha dictado varios decretos de necesidad y urgencia que prevén algunas modificaciones contingentes al régimen laboral, a la ley de Riesgos del Trabajo, etc.; que también pueden contribuir a paliar algunos efectos no deseados.
Por otra parte, gracias a los proyectos de “despapelización” implementados por los distintos niveles gubernativos, acompañados por leyes que dan el marco, hoy es posible constituir sociedades comerciales de manera digital, pagar tributos de la misma manera, y realizar la tramitación de numerosas instancias, incluso judiciales, sin necesidad de estar físicamente donde el acto surte sus efectos jurídicos.
Un ejemplo notable lo constituye la resolución N° 25/20 de la Dirección de Inspección de Personas Jurídicas de la provincia de Córdoba, que ha permitido sesionar a distancia a las Comisiones Directivas, Directorios y Asambleas de Sociedades Anónimas, Sociedades Anónimas Simplificadas y Asociaciones Civiles, dando operatividad a organizaciones que de otra manera no podrían funcionar ni en sus aspectos más básicos.
Desde el sector educativo, además, con el liderazgo de la universidad a la que pertenezco, se encuentran acreditadas también numerosas herramientas y sistemas digitales que permiten acceder y continuar con los estudios, casi sin modificaciones, a través de plataformas virtuales de aprendizaje.
El sistema financiero también podrá aprovechar la existencia de la facturación electrónica, el ECHEQ o cheque electrónico, y los cada vez más numerosos medios de cobros y pagos a distancia, también avalados por el régimen legal vigente en la actualidad. El cheque electrónico, que ha comenzado a contribuir a la reestructuración de obligaciones contraídas y a disminuir la ruptura en las cadenas de pago, no se encuentra definido en la ley de cheques, pero en ella se hace alusión
“al establecimiento de medios electrónicos para su libramiento, aval, circulación y presentación al cobro e imponen la adopción por las entidades financieras que operen con alguno de los tipos de cuentas a la vista, que admiten el depósito de cheques, de los mecanismos –propios o a través de terceros– que resulten necesarios para que sus clientes puedan depositar cheques generados por medios electrónicos” (Molina Sandoval, C. 2020, pág. 5).
Visto de esta manera, aún cuando resulta imposible que una catástrofe global como esta que estamos viviendo no deje su huella en la economía de una nación y en la vida social de sus habitantes, también parece prudente mirar con razonable optimismo lo que vendrá a continuación. Es evidente también que durante esta cuarentena deberemos ir decidiendo “día a día” cómo seguir adelante, y tendremos que flexibilizar procesos ya estandarizados, reconstruir vínculos comerciales e incluso replantearnos algunos aspectos del “pacto social” existente con clientes y proveedores. El día después encontraremos que hay mucho por reconstruir, sin lugar a dudas, pero seguramente habremos aprendido a no temer al futuro, que será, entonces, nuestro presente.
BÉLIZ, Gustavo (Comp.): Algoritmolandia – Inteligencia artificial para una integración predictiva e inclusiva de América Latina. BID – Intal (2018).
CABALLERO, Luis M.: La confianza como base de la relación empresa-estado. Cuadernos Empresa y Humanismo N° 115. Servicio de publicaciones de la Universidad de Navarra (2011).
MOLINA SANDOVAL, Carlos A.: Cheque Electrónico (ECHEQ): Pautas de armonización del régimen de cheque y del sistema de títulos valores. La Ley (2020).
CÁMARA ARGENTINA DE COMERCIO Y SERVICIOS (CAC): Las PYMES: Antídoto contra la pobreza. Sitio web de la organización https://www.cac. com.ar/da ta/doc umentos/3 6_Documen to%20Pyme %202019.pdf.
INSTITUTO PARA EL DESARROLLO SOCIAL ARGENTINO (IDESA): Informe especial. Economía y Coronavirus. Sitio web de la organización https://idesa .org/wp-c ontent/uploa ds/2020 /04/Eco nom%C3%AD a-y-Coron avirus.pdf.
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD (OMS): Preparación y respuesta ante emergencias: nuevo coronavirus – China. Sitio web de la organización: https://www.w ho.int/csr/ don/12-j anuary-20 20-novel-coronaviru s-china/es/.
[1] Abogado (U. N. Córdoba). Máster en Gobierno y Cultura de las Organizaciones (U. de Navarra). Doctor (Ph.D) en Gobierno y Cultura de las Organizaciones (U. de Navarra). Docente de la Universidad Empresarial Siglo 21. Socio en Estudio Caballero & Caballero. Director de Civilitas Asociación Civil. Consultor de empresas en Senior Consulting. Belgrano N° 66, 3° “D” (5000) – Córdoba, Argentina. luis.caballero@ues21.edu.ar – lmcaballero@canac.com.ar Tel: +54 351 5648727.
[2] https://www.who .int/csr/do n/12-january -2020-novel-co ronavirus-ch ina/es/ recuperado el día 14/04/2020.
[3] Según el reporte de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios del año 2019, casi el 65% del empleo registrado en nuestro país corresponde a este sector.
[4] https://idesa.org /wp-content/u ploads/2020/04/ Econom% C3%ADa -y-Coronavir us.pdf, recuperado el día 14/04/2020.